Hoy, como muchos días, estaba observando a mis hijas mientras estaban jugando en la piscina, de repente se ha acercado otra niña y ha dicho una frase mágica: "hola, me llamo Elena, ¿quieres ser mi amiga?" Dicho y hecho, se han pasado la mañana jugando como si fuesen amigas de toda la vida.
Y te preguntaras, ¿Por qué me cuentas esto?
Hoy es Viernes Santo, estamos a punto de rememorar uno de los pasajes más duros de la vida de Jesucristo, el prendimiento, juicio y muerte del Salvador.
Pero, ¿por qué recordamos los cristianos este hecho luctuoso? Porque es el punto de inflexión en la redención del Hombre, con la muerte del nazareno se expían los pecados de la humanidad, inagurándose la Nueva Alianza entre Dios y el Hombre. Para los cristianos también es el paso previo e ineludible que conduce a la resurrección, a la vida eterna, a la comunión en Dios. Como dijo San Pablo: "si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe".
El Hijo de Dios se hizo hombre para enseñarnos que el Padre seguía creyendo en la salvación del Hombre. Que a pesar de todas las infidelidades, debilidades, traiciones e idolatrías cometidas por la humanidad, Dios confía en la salvación de la culminación de su creación, nosotros los hombres.
Jesús, como los niños, nos ha dicho: "hola, soy Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, y te ofrezco mi amistad" Sin pedir nada a cambio, nos ofrece la salvación, la renovación del hombre viejo. Ese hombre viejo que, por medio del bautismo, renace a una nueva vida llena de plenitud.
Si miramos ahí fuera, a la realidad que nos rodea: crisis económica, de valores, relativismo moral, hambrunas, guerras, etc, parecería que Dios no existe. Muchas personas se preguntan: ¿dónde esta Dios? ¿Cómo puede permitir tanto sufrimiento? No entienden que si existe un dios bondadoso, este permita tantas injusticias, tanto odio, tanto dolor y sufrimiento. Pero no se dan cuenta que todo ese mal lo provoca el hombre y su libre albedrío. Sí, el hombre, creado a semejanza de Dios, esta dotado de libre albedrío, eso hace que sus acciones no estén sujetas o controladas por Dios; por tanto, las consecuencias de ellas son solo responsabilidad de este. Es decir, el mal que causan las acciones y/o decisiones de los hombres son responsabilidad única del Hombre.
Como Jesús nos enseñó, Dios esta en cada uno de nosotros cuando hemos grabado a fuego en nuestro corazón el resumen de las enseñanzas del Nazareno: "amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo". Es fácil decirlo, pero difícil cumplirlo. He aquí nuestro camino de redención, el cual esta plagado de baches que nos hacen caer en el pecado por nuestra débil condición humana. Pero contamos con un arma poderosa, el sacramento del perdón y la reconciliación. Y en estos días que nos preparamos para la resurrección del Señor tiene un valor mayor.
En el año 2012, fecha apocalíptica para los interpretes agoreros del calendario maya, nos adentramos en un cambio de ciclo, que fue lo que los mayas predijeron. Para muchos, este segundo milenio verá la segunda venida del Salvador. Dos pensadores del siglo pasado, aunque desde distintos puntos de vista, hicieron un pronóstico similar acerca del siglo XXI. El primero, A. Malraux, novelista francés, afirmó de una manera más general: "El siglo XXI o será místico o no será". Por su parte el teólogo alemán K. Rahner, ya de una manera más específicamente cristiana, vino a sugerir el mismo pensamiento: "El hombre religioso de mañana será un místico, una persona que ha experimentado algo, o no podrá seguir siendo cristiano... El cristiano de mañana será místico o no será cristiano”
¡¡¡Aleluya, aleluya!!! Porque el Salvador ha resucitado.
-- Juan Pedro Franco
No hay comentarios:
Publicar un comentario