domingo, 25 de diciembre de 2011

Aleluya, Aleluya

Hoy el Hijo de Dios nace para redimir los pecados de la Humanidad y salvar al Hombres. Demos gracias a Dios por este don.


Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el Ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace».




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miércoles, 21 de diciembre de 2011

Somos unicos

Reflexiones sobre evolucionismo y creacionismo

Tras una visita al Museo de Ciencias Naturales, consecuencia de una tarde otoñal adornada por la lluvia y el frío serrano, me vino a la cabeza escribir sobre un tema que me ronda la cabeza desde hace tiempo: ¿Por qué el ser humano es tan especial y único? ¿Qué ha sucedido en la evolución para que un animal se transforme en ser humano?
Como científico creo en las evidencias fósiles que nos hablan de la evolución de las especies. La teoría de la evolución de las especie por medio de la selección natural fue publicada por Charles Darwin en 1859 en su libro "El Origen de las Especies". Así, el hombre como animal es el resultado de una compleja evolución que ha desembocado en la creación del ser inteligente que somos.

¿Pero qué nos hace ser tan diferentes y especiales?

Hasta el siglo XIX el hombre se había considerado el rey de la Creación y un ser especial tocado por la gracia divina. Como consecuencia del avance científico, frente a esta concepción de "ser elegido" se fue abriendo paso la teoría de que el hombre solo era un animal un poco más evolucionado. A esta teoría contribuyeron especialmente el desarrollo de la arqueología, la genética, la biología y la antropología. 
Pero el apuntalamiento de la teoría que abogaba por un hombre igual al restos de los animales con un grado de evolución algo mayor vino de los avances en genética molecular, neurología y psicología. El desciframiento del genoma a finales de los 80 del siglo pasado permitió conocer que  el genoma del hombre y del chimpancé solo se diferencian en 3%. La neuropsicología nos ilustró con ejemplos del desarrollo de habilidades complejas en los animales (p.e. Chimpancé usando una piedra para romper la cascara de una nuez). Así, los científicos del siglo XX concluyeron que la inteligencia humana solo era un hecho bioquímico ligado a la evolución y al volumen que había alcanzado el cerebro humano. 
Pero quedaban muchas interrogantes por responder: ¿Por qué cualquier niño de 4 años es capaz de resolver problemas complejos? ¿Es capaz de manejar herramientas manuales y digitales fuera del alcance de cualquier animal? ¿Por qué ese mismo niño puede trasmitir sus ideas usando el lenguaje verbal, escrito y pictografico?

A partir de principios del siglo XXI empieza a haber una corriente científica que reivindica la unicidad del Hombre, basándose en que a pesar de que la biología no nos aleja tanto de otros homínidos, hay algo distinto en nuestros cerebros que explica porque nosotros somos capaces de crear sociedades complejas y altamente tecnificadas. Una de las facetas humanas que más nos diferencia de los animales es la capacidad de crear arte, todavía no conozco a ningún animal capaz de pintar la capilla Sixtina, de componer las "cuatro estaciones" de Vivaldi o esculpir la Venus de Milo. Si quieres saber más te recomiendo el capitulo 88 del programa Redes.



Otra faceta fundamental en el ser humano es su humanidad, valga la redundancia; entendiendo humanidad como la capacidad de empatizar con el prójimo, el sacrificio personal por el bien común del grupo, el establecimiento de unas normas éticas y de convivencia y la creación de sociedades organizadas y regladas.

¿Qué más nos hace ser único?

Qué tras más de un siglo de escrutinio del espacio, no hemos hallado ningún vestigio de vida inteligente. Esto nos tiene que hacer sospechar que pasa "algo". Sabemos que la probabilidad de encontrar vida fuera de la Tierra es altísima, la ley de probabilidades así lo atestigua. Por tanto, deberíamos haber encontrado signos o señales de civilizaciones tan o más avanzadas que la nuestra. Hay que tener en cuenta, que nuestro planeta es una ruidosa casa en e, vecindario (estamos las 24 horas del día emitiendo señales de radio, televisión, etc).
En los EE.UU. hay un debate salvaje sobre la creación del universo y el hombre, dos posturas se enfrentan en una lucha encarnizada que tiene por campo de batalla las escuelas y la literatura. Frente al evolucionismo, defendido por científicos y el peso de las evidencias, se antepone el creacionismo, defendidos por las iglesias evangélicas. 
En mi modesta opinión la respuesta es más sencilla que ese debate estéril, en la evolución humana hay algo especial que sucede al homo sapiens sapiens frente a sus antecesores, y no es otra cosa que es el alma. Como refleja el fresco de la capilla Sixtina, hay un momento de la evolución del hombre en el que Dios toca al homo sapiens sapiens,  insuflandole el alma y la espiritualidad. Será a partir de ese momento, que el hombre comienza a darse cuenta del Yo y el Nosotros, de la existencia de otra vida tras la muerte, su pequeñez frente a la Naturaleza y  los designios divinos, así como de su unicidad como ser. 


¿Cómo lo sabemos? 

Porque en ese momento el hombre comienza enterrar a sus muertos con ritos funerarios, así como a acompañar al cadáver con vestidos y objetos cotidianos (habitualmente elementos que el muerto usaba en su vida diaria), con la idea de que los use en la otra vida. 

viernes, 9 de diciembre de 2011

El gobierno de la infamia




El próximo 21 de diciembre será investido con toda probabilidad Mariano Rajoy Brey como sexto presidente de la democracia española del 78. Ese día cesará sus funciones el presidente Rodriguez Zapatero, el presidente de la infamia y la vaciedad.

El pasado 6 de diciembre, el presidente en funciones del Congreso, José Bono, le dedicaba las siguientes palabras:

Cuando la mar se calme, la tempestad amaine y con la perspectiva, señor presidente que da el tiempo se puedan distinguir las voces de los ecos, contemplaremos en toda su dimensión tu obra de gobernante. Presidente, has dado a España lo mejor de ti en un tiempo difícil, y los españoles son generosos y han de saber apreciarlo como te mereces. Presidente, gracias por tus desvelos. Salud y éxito en tu vida personal y familiar.



Sin embargo, el resto de los españoles no podremos olvidar que Zapatero finaliza su gobierno con la misma infamia que con la que lo comenzó, mintiendo a los españoles. El mismo partido político que nos dijo allá por marzo de 2004 "España se merece un gobierno que no nos mienta" (Rubalcaba dixit en la jornada de reflexión de la Elecciones Generales de 2044), no ha parado de mentirnos: con la crisis, con la guerra, con el empleo, con la negociación con ETA, con la defensa del Estado Bienestar, etc (algunos ejemplos de sus mentiras han sido tratadas en este blog aquí)


El gobierno de Zapatero pasara a la historia como un gobierno aciago para España, especializado en resaltar las diferencias y las disensiones con el objetivo de sembrar cizaña y crear cortinas de humos. Un especialista en abrir debates superados pero que generan una fuerte polarización de la sociedad española: memoria histórica, ley del aborto, etc.

Aunque la mentira que más daños colaterales deja es la negación de la crisis, las dos peores mentiras, por los daños estructurales que deja en el edificio constitucional, son: la reforma del Estatuto de Cataluña y la negociación con ETA.


Os transcribo un excelente articulo de opinión que aparece en la edición de 'El Mundo' del 6 de diciembre de 2011 y en la web de UPyD. En el Rosa Díez nos explica la infamia de nuestro Chamberlain particular, ese que ha habitado en la Moncloa estos últimos 7 años.


LA TRAICIÓN REVELADA por Rosa Diaz

He dudado mucho antes de sentarme a escribir este artículo porque siento un profundo desasosiego ante la cuestión que voy a abordar.

Nunca se está suficientemente preparado para conocer y reconocer el mal; siempre se abriga una esperanza, aunque sea ligera, de que las cosas no sean tan horribles como aparentan.

Pero llega un momento en que no cabe ya albergar ninguna duda. Es ese momento en el que quien ha hecho el mal se siente impune, presume de sus fechorías e incluso quiere ganar dinero con el relato de las mismas.

El golpe llega cuando el macguffin de la paz deja de ser tal y se convierte en espanto; la bofetada, inmisericorde, golpea cuando lo perpetrado por quienes tienen el encargo de velar por que se cumpla la ley y se haga justicia hacen cosas que serían perseguibles de oficio en cualquier país en el que la separación de poderes fuera algo más que una declaración constitucional.
Pero el shock definitivo se produce cuando ese complot contra el orden instituido se pone en evidencia y nadie reacciona, y no pasa nada.

Hago estas consideraciones tras leer las dos primeras entregas del diario de la negociación entre el Gobierno y ETA escrito en comandita por el presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, y el periodista de cabecera de José Luis Rodríguez Zapatero, Luis Rodríguez Aizpeolea.

Dos hombres que estuvieron en los pormenores de la traición tantas veces negada y tantas veces consumada por el Gobierno socialista y el PSOE.

Dos hombres que cuentan ahora con todo lujo de detalles lo que hicieron mientras lo desmentían e insultaban de paso a quienes lo denunciábamos y criticábamos; no me sorprende que los que nos vendieron ante ETA quieran vendernos ahora su historia de indignidad y sacar suculentos dividendos con ello.

Pero me asusta la falta de respuesta democrática ante estos hechos; me da más miedo el silencio que la propia traición.

Es, una vez más, el síntoma de una sociedad democráticamente imberbe, falta de cuajo, necesitada de una profunda regeneración. Una sociedad decente no aloja en su seno gobernantes dispuestos a mentir en nombre de una paz que no encierra sino la renuncia a defender los valores democráticos.

En un país que se respete a sí mismo no hay espacio para quienes traicionan los principios democráticos; tampoco lo hay para quienes por cálculo y/o por cobardía callan y otorgan.

El silencio tiene muchas caras. Quizá haya quien calla porque espera repartirse dividendos, aunque se opusiera cuando el proceso de claudicación ante ETA estaba en marcha; otros piensan que el fin justifica los medios, así que si ETA no mata no vale la pena pensar cuál ha sido el precio pagado.

Luego están los que se buscan una coartada para no hablar del asunto, los que prefieren mirar para otro lado mientras se proclaman amantes de la paz.

Son esas gentes que lo único que buscan es que les dejen en paz, seguir con su vida, no comprometerse con nada ni con nadie; son los que prefieren olvidar que centenares de españoles, conciudadanos suyos, arriesgaron y perdieron la vida para defender sus libertades.

Están también los que han llegado a la conclusión de que los enemigos de la paz somos nosotros, los que no estamos dispuestos ni a olvidar ni a callar; nos llaman intransigentes y nos culpan del mantenimiento del conflicto; a veces son los mismos que siempre acompañaron la estrategia de mimetizarse con la bestia para humanizarla; algunos nos odian más que a ETA porque no les dejamos que vivan en paz con su mala conciencia y con su mentira.

La historia de la indignidad de principios del siglo XXI en España tardará tres o cuatro generaciones en escribirse. Hará falta tiempo para que tomemos distancia, para que los protagonistas no se sientan culpables por acción u omisión, para que puedan hablar de ello sin pedir perdón en primera persona.

Y es que la historia de la indignidad tiene algunos nombres propios, pero los protagonistas han hecho su trabajo miserable porque una ingente mayoría de ciudadanos cobardes lo han permitido. Por eso digo que hace falta tiempo para que alguien cuente a nuestros nietos la verdad de este tiempo oscuro; porque quien más y quien menos ha sido cómplice de la felonía.

Sé que mucha gente que me tiene simpatía preferiría que no escribiera sobre estas cosas. Habrá quien me llame exagerada, quien me recrimine la crudeza de los términos que empleo, quien me acuse de no ser objetiva por ser vasca... Pero me consta que hay muchísimas personas que no tienen una tribuna en la que decir lo que piensan y que se encuentran tan aturdidas y avergonzadas ante la traición desvelada como yo; por eso no callaré.

Aunque a nadie represento, no callaré en nombre de los más de 300 crímenes de ETA que aún no han sido juzgados; no callaré en nombre de todos los que siempre creímos que con ETA no cabe negociación política alguna, que si se empieza a hablar con la banda terrorista de una sola de las reivindicaciones en cuyo nombre instauraron la primera víctima ya se ha traicionado a la democracia; no callaré en nombre de los que nos negábamos a creer que el PSOE pudiera caer tan bajo; no callaré en nombre de tantos compañeros y amigos que fueron asesinados por ETA mientras la banda hablaba con sus jefes de filas; no callaré en nombre de tantos hombres y mujeres buenos que vinieron desde pueblos remotos de España a recoger a sus hijos muertos, a sus maridos asesinados, a sus hermanos, a sus padres...; no callaré en nombre de todos esos nombres propios que no conocemos, de todas esas fotos de carné en blanco y negro que nos recuerdan cada día que hay asesinos vivos que aún no han sido juzgados, que aún no han pagado por sus crímenes.

No callaré porque un día creí en alguno de ellos, de los culpables de la traición; no callaré porque creí que me decían la verdad quienes siguen dirigiendo el Partido Socialista Obrero Español; no callaré porque me mintieron cuando pregunté si estaban negociando con ETA en el 2004, en el 2005, en el 2006...

No callaré porque nos engañaron a todos, porque siguieron negociando mientras los cuerpos de las víctimas aún estaban calientes; no callaré porque lo hicieron premeditada y alevosamente, porque fueron cobardes y mentirosos, porque nos faltaron al respeto. No callaré porque hemos de defender la democracia de sus enemigos y también de aquellos que no están dispuestos a protegerla.

Tampoco callaré ante el silencio estruendoso de quienes tienen más voz que yo pero prefieren callarse.

No callaré ante la hipocresía ni ante el cálculo partidista; no callaré para tener la fiesta en paz; no callaré si se empiezan a archivar expedientes, si se pone sordina, si se extiende el cloroformo, si deciden que por la paz un avemaría...

No callaré mientras haya un solo crimen de ETA sin juzgar, mientras una sola familia no haya podido hacer su duelo, no conozca el nombre de los asesinos de sus seres queridos, no haya sido recompensada por y con la justicia.

En España convivimos bien con la mentira; fíjense que nuestro particular Chamberlain y su estratega ni siquiera reconocieron que hubieran viajado a Múnich y a pesar de la mentira y de sus consecuencias millones de españoles siguieron votándoles.

Es desolador, lo sé; pero yo me niego a aceptar que no nos quede otro remedio que vivir en una sociedad que no se avergüenza de su indignidad colectiva; sé que existen millones de españoles esperando una señal para despertar de este letargo que les ha llevado a considerar la baja calidad de nuestra democracia más como una atmósfera que como un accidente, que diría Chesterton. Por eso, porque tengo fe en el ser humano, sigo escribiendo sobre estas cosas.

Por eso y porque hay 852 conciudadanos nuestros que ya no pueden hacerlo y que fueron asesinados para que otros pudiéramos seguir disfrutando de nuestra vida en compañía de nuestros seres queridos.





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