sábado, 4 de junio de 2011

La letra del Himno Nacional

La Memoria Historica oficialista comete el mismo error que en su momento cometió el franquismo, considerar que habia dos bandos claramente diferenciados: los buenos y los malos; adicionalmente comete otro más grave, tratar de eliminar las razones, la legitimidad y, en definitiva, la existencia del bando nacional. Es sorprendente que los que desean hacer una revisión justa de lo ocurrido en la Guerra Civil, basan la Memoria Historica en rescribir la historia en funcion de prejuicios personales, politicos, religiosos y viscerales. Como ya he abordado en otras entradas (uno, dos y tres) el objetivo no es una revisión objetiva sino cambiar el sectarismo franquista por el sectarismo progresista. Teniendo en cuenta estos mimbres, se puede entender el revuelo y la polemica entorno a la biografia del anterior Jefe del Estado, General Franco, en el Diccionario de la academia de la Historia. Por los visto a los progres, esos mismo que llaman a Fidel Castro el lider cubano, el mandatario o presidente cubano o le proponen para el Nobel de la Paz, les molesta mucho que se diga que Franco creo un estado autoritario, que era un buen estratega y que gano la guerra.



Hoy os trascribo la columna de Arcadi Espada en el diario El Mundo del sábado 4 de junio. Es un ejemplo de como hay que afrontar los debates historicos, con rigor y sin los sesgos o prejuicios de lo politicamente correcto o la Memoria Historica oficialista.



La otra tarde en Milán le pusieron a un ciclista el himno de España para celebrar que había vencido. Al minuto empezaron a sonar los «oh», los «ah» y los «anda» ya episcopales. Resulta que el himno llevaba animalito dentro, letra. La letra fascista, dijeron. De inmediato, el Consejo Superior de Deportes se puso a la cabeza. ¡Una queja formal! ¡Una disculpa pública! Esto fue lo que había oído el ciclista:

«¡Viva España!
alzad los brazos
hijos del pueblo español
que vuelve a resurgir.
Gloria a la Patria
que supo seguir
sobre el azul del mar
el caminar del sol.
Triunfa España
los yunques y las ruedas
cantan al compás
del himno de la fe.
Juntos con ellos
cantemos de pie
la vida nueva y fuerte
del trabajo y paz.»


Unos dignos versos de José María Pemán. Te ahorro la larga historia de las letras himnarias. Va desde Eduardo Marquina hasta Paulino Cubero, pasando por Jon Juaristi & friends. Los versos de Pemán son mejores que los de Marquina, y siento decirlo porque son buenos poetas y buenos amigos, mejores que los de Jon Juaristi, Abelardo Linares, Ramiro Fonte y Luis Alberto de Cuenca que, por encargo del presidente Aznar, hicieron una de las últimas tentativas. Son mejores versos, claro está, teniendo en cuenta para lo que iban a servir: a diferencia de ellos, los de Pemán se cantan a pulmón lleno, puedo jurártelo, que llevo toda la mañana desatado. Los versos de Pemán, sin embargo, tienen su enigma.
Empecemos por el camino del hijo. José María Pemán y Domecq escribía ayer en el Diario de Cádiz el artículo que lleva escribiendo hace años. El hijo asegura que su padre le puso letra al himno, en efecto. Pero advierte de que lo hizo en 1928, por encargo del dictador Primo de Rivera: «Llegado el Movimiento Nacional, alguien quiso sacar a flote la letra, e intencionadamente cambió 'alzad la frente' por 'alzad los brazos' y después 'los yunques y las ruedas' por 'los yunques y las flechas'». Hablé con Pemán y me corroboró estas palabras. No me quedé tranquilo. «Alzad los brazos» podía comprenderse. No se le puede adjudicar una obligatoria filiación falangista. «Alzad los brazos» es ponerse a trabajar y cualquier himno se escribe de mañana. Por si fuera poco es sustancialmente mejor que «alzad la frente», que es como mandar que se levante un pie diciendo «alzad la uña». Pero la sustitución de los yunques y las ruedas por los yunques y las flechas era directamente disparatada. Puede admitirse que en la tierra de María Santísima yunques y ruedas canten; pero las flechas máximo cantan cuando dan en el blanco, y aquí aún se estaban forjando en el verso.
Volví a oír lo del ciclista, fijándome. En efecto: decía «Alzad los brazos». Pero los «yunques y ruedas» seguían tal cual, sin la mutación inexorablemente falangista. Volví al hijo de Pemán. Estaba algo sorprendido. Se reafirmó en que él guardaba, manuscrita con letra de su padre, la versión original del himno, donde se alzaba la frente y no el brazo. Pero no tenía fecha. Tampoco la tenía la versión de la partitura que se guarda en la SGAE y que encontró Mari Luz González Peña: «No hay fecha de edición. Es de Unión Musical Española, lleva el número 17.346 y costaba cinco pesetas. La portada tiene el águila con las columnas del Plus Ultra y la leyenda Una. Grande. Libre con el yugo y las flechas». Evidentemente era una partitura de después de la guerra: la letra se atribuía a Pemán y había brazos (no frente), yunques y ruedas.
Por un rato el misterio se decantó al otro lado. Porque, en realidad, pensándolo bien, de lo que no había pruebas es de la existencia de la llamada versión original primorriverista. Es cierto que Pemán hablaba de ella en Mis encuentros con Franco; pero eso era solamente un indicio sólido. El manuscrito que tenía el hijo no llevaba fecha. Peor fue echarle un vistazo a Mis almuerzos con gente importante, la obra maestra de Pemán que, junto al planiano Viaje en Autobús y Mis conversaciones privadas con Franco, es el tercer libro clave del franquismo. Allí detalla magistralmente varios encuentros con el dictador Primo: ni rastro del himno. Consulté las colecciones de La Vanguardia y Abc. Ni una mención antes de la guerra. En el caso de Abc era aún más extraño porque en 1927 habían dedicado un apasionado artículo a los versillos de Marquina. Por suerte o por desgracia encontré este suelto de Luz, el estupendo diario republicano, de 1934: «Por la tarde, en el teatro Fortuny, intentaron impedir que se representara El Divino Impaciente hasta el punto de que salió un extremista al escenario diciendo que, por ser el Sr. Pemán el autor del himno fascista, no se podía permitir la representación». Obsérvense las premisas y el silogismo del extremista. Lo que nunca muere. Y algo más tarde encontré, porque dios premia a los incansables, la perla postrera e iniciática. Este suelto del Boletín Musical de 1928: «En la inauguración del Teatro Villamarta, de Jerez de la Frontera, y por deseo expreso del Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros D. Miguel Primo de Rivera, que asistió al acto, se interpretó por el conjunto coral e instrumental de la Real Academia, bajo la dirección de su director, la transcripción y armonización en forma original de la Marcha Real española a cuatro coros de voces, del referido Director Maestro Gálvez, en letra del ilustre poeta D. José María Pemán». Muy probablemente ésa fuera la fecha del estreno del himno. Pemán no mentía. Lo escribió en la época de Primo. Queda por saber si alzando brazos o frente. Pero qué importa.
Lo que importa es lo que Pemán le diría años después a Franco, y que recogió en su libro oral con el dictador: Decía este: «Siempre he lamentado yo que la Marcha Real no tenga letra. ¿Por qué no la hace usted?» Y Pemán respondió: «Los himnos no se componen, mi general. Tienen que llevar sobre sí una carga de tradición y de inconsciencia». Ciertamente. Nunca fue el caso. En 1770 Carlos III la convirtió, prácticamente, en el himno oficial. Evidentemente no había cogido su punto de inconsciencia. En 1820 lo cambiaron por el Himno de Riego, otra consciencia. La Marcha Real era lo que había dejado escrito Marciano Zurita en Abc, cuando el pujo letrista de Marquina: «Es uno de los pocos himnos que, instintivamente, mecánicamente, hacen descubrirse, hacen ponerse en pie o hacen arrollidarse, porque siempre suena en momentos de verdadera majestad: cuando pasa nuestra bandera, cuando pasa nuestro Rey, cuando pasa nuestro Dios…». Pasó el trienio y otra vez lo mismo en 1873. Y en 1931. Hasta ese año había sido el himno monárquico. A partir de 1939 fue el himno franquista. Ahora es el himno español: algo discutido y discutible, como dijo sin atreverse del todo, fiel a su carácter, el Adolescente. Si el fondo de inconsciencia que pedía Pemán no alcanzó ni siquiera a la música, ¿cómo iba a llegar a la letra?

El himno de España es un minuto de silencio.

Sigue con salud.




-- Desde Mi iPad

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...