jueves, 1 de marzo de 2012

Los Garcia nos explican la crisis

Este post pretende explicar la crisis del primer decenio del siglo XXI de una forma sencilla, así como poner de relieve el papel que jugamos todos en ella. Porque como en todas las crisis económicas todos hemos jugado y tenido un grado de responsabilidad, no hemos sido solo agentes pasivos e inocentes en manos del gran capital que nos manipula y subyugar, como nos quiere hacer creer la izquierda.

Nos remontamos a los años noventa, a la España que vivía la resaca de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, esa España que vivía la euforia de haber sido puesta en el mapa mundial por el gobierno de Felipe Gonzalez y su mano derecha Alfonso Guerra. Epoca de grande obras publicas y corruptelas, gracias a las grandes sumas de dinero que entraban en la caja del Estado en forma de ayudas europeas al desarrollo. Esos cientos de millones de euros servían para financiar autovias, lineas de AVE, cuarteles de la Guardia Civil y la Policía Nacional y a su vez para engordar los bolsillos de políticos corruptos -por aquellos años salieron a la luz el caso Roldán, el caso del BOE, la financiación ilegal del PSOE.

En esos años la familia Garcia vivía cómodamente en su pisito de 90 metros, un tercero sin ascensor, en Bravo Murillo. Era una familia de clase media trabajadora gracias a que los dos cónyuges trabajaban, él era oficial de primera en una empresa de construcción y ella secretaria en una empresa de publicidad. Sus dos hijos estudiaban en el instituto publico. Los veranos la familia se iba un mes al pisito de la playa en Benidorm, pero de alquiler que la economía no daban para comprarselo.

Los patriarcas de la familia Garcia se conocían del barrio de toda la vida, se habían casado y empeñandose hasta las orejas se habían comprado el pisito a finales de los 70, cuando los tipos de interés eran de dos dígitos (~12-17%). Se habían casado, como vulgarmente se dice, "con una mano delante y otra detrás", un millón de letras firmadas pero felices de tener un hogar y dos trabajos y un Seat 600 heredado.

Tras la resaca olímpica vino la crisis de finales de los noventa, el cabeza de familia fue despedido de la constructora, la fiebre constructora de finales de los 80 principio de los 90 había acabado con el acto de clausura de los dos grandes acontecimientos de la década. Hubo que apretarse el cinturón y tirar de los ahorros que tan duramente habían acumulado. Ellos habían sido previsores porque sabían lo que costaba ganarse "el jornal" y que nadie les había regalado nada.

En la política todo estaba muy revuelto, el PSOE estaba políticamente muerto por los escándalos de corrupción a todos los niveles y la guerra sucia, Felipe Gonzalez ya no lograba encandilar al pueblo, ese que le había dado todo el poder en catorce años. La crisis había obligado al Gobierno a devaluar la peseta cuatro veces, lo que había aumentado la brecha de riqueza que separaba a España de Europa. Soplaban vientos de cambio, así en las elecciones del 96 el Partido Popular se hacia con una exigua mayoría en el parlamento. Un pacto con Convergencia (CiU) permitió que José María Aznar llegase a la Moncloa, a pesar de la falta de carisma que le achacaba la izquierda. El primer objetivo del Gobierno fue cumplir los objetivos de convergencia para entrar en el euro. El saneamiento de las cuentas públicas, reduciendo el déficit publico al 3% y la deuda al 60% del PIB, permitió a España entrar en el selecto grupo del euro. Esta entrada en el euro se tradujo en tipos de interés muy bajos (por debajo del 5%) y que la mayoría de las veces eran negativos, es decir, si al tipo de interés le restas la inflación te da un resultado negativo (en castizo, es más barato endeudarse que ahorrar).

Así, a finales de los noventa y principios de la primera década del siglo XXI tenemos una combinación de elementos propiciatorios para generar una borrachera económica en España:
- Dinero barato, nunca los españoles habían disfrutado de tasa de interés tan bajas
- Entrada de cientos de millones de euros de los fondos de cohesión europeos para obras públicas
- Trabajo para todos. Tras la crisis del periodo 92-96 la economía española arrancaba con energía gracias a la fiebre desreguladora del gobierno de Aznar.
- Entradas de capital extranjero dispuesto invertir en un país que necesitaba de todo, y encima era barato tras las cuatro devaluaciones de la peseta en el periodo 92-96.
- Crecimiento poblacional por la llegada de inmigrantes que buscaban el "dorado español"

Mientras tanto la familia Garcia seguía con su vida de clase media trabajadora. José Garcia, el cabeza de familia, había vuelto a ser contratado por una gran constructora como jefe de obra. Desde su puesto había logrado que meter al niño, que no quería estudiar, como aprendiz. Lola, la matriarca, seguía en la agencia de publicidad y Lolita estaba en la Universidad.

Con el pisito pagado, el niño trabajando y con los prestamos baratos, en el año 98, José decide comprarse un chalecito adosado de los que su constructora esta haciendo en el extrarradio de Madrid. La jugada es redonda, el piso lo alquila a una pareja de inmigrantes por 400 euros (hay una demanda brutal por parte de los miles de inmigrantes que llegan cada año a España) y el chalete lo compra por 108.000€ (~18 millones de pesetas) pero el banco le da una hipoteca de 130.000€, así también mete en la hipoteca un Audi.

La vida va viento en popa. Hay trabajo para todos, los inmigrantes que llegan copan los trabajo que los nacionales no quieren, esos en los que se cobra menos de 1.000 euros. Los bancos dan créditos fácilmente para cualquier cosa (vacaciones, coches, reformas); con solo la nomina te dan 18.000€ en 48 horas, te ofrecen tarjetas de oro, con un limite de 3.000€, con solo rellenar un simple formulario.

Las casa se revalorizan entorno al 10% anual por la alta demanda de pisos por la emancipación de los niño del baby-boom de los 60, la alta tasa de inmigración y porque los jubilados europeos han descubierto que pueden comprase una casa en la soleada España y cobrar su pensión europea, y así vivir como ricos en la barata España.

En el año 2000, José decide que ya esta bien de que el niño se gaste los casi dos mil euros que gana como oficial de segunda (obviamente en nomina solo tiene 600€) en la letra del BMW y en las juergas del fin de semana. Así que le avala la compra de un piso de 90.000€ en los nuevos barrios que se construyen a las afueras de Madrid, llamados PAU. Como la niña también ha empezado a trabajar, también le avala otro pisito de 90.000€. Porque como José dice, el ladrillo es la mejor forma de invertir, es un valor seguro y siempre sube.

Tan seguro, que en el año 2004 decide vender el adosado y el pisito de Madrid para comprase un pareado en la carretera de la Coruña. El tercero sin ascensor se lo vende a los peruanos a los que se lo tiene alquilado por 60.000€, precio de amigo (a él le había costado 500.000 pesetas). El adosado lo coloca en 240.000€, una plusvalía de 132.000€ (el 122%) en 6 años. Con los 300.000€, José se propone hacer la jugada del siglo, amortiza los 70.000€ que le quedan de la hipoteca, se compra el apartamento de la playa por 50.000€ y el chale en Las Rozas por 400.000€. En este ultimo la hipoteca, tras invertir los 180.000€ que le quedaban, asciende a 320.000€; ya que pide 100.000€ más para meter en la hipoteca los 40.000€ del nuevo Mercedes, los 25.000€ del Audi de Lola y los 35.000€ de los muebles de la cocina, el salón y hacer la piscina.

Llegamos al año 2007, año en el que un banco de inversiones americano llamado Lehman Brothers quiebra, la noticias hablan de una crisis bursátil mundial. Los García creen que, como dice el Presidente del Gobierno Rodriguez Zapatero, eso no va a afectar a España. Los Garcia siguen viviendo al día, no pueden ni quieren ahorrar ni un euro porque, como dice José, mi principal ahorro y plan de pensiones es mi casa. Ademas como los bancos llaman todos los días ofreciendo créditos y tarjetas, para que se van a privar de unas vacaciones en Santo Domingo, de ir a los grandes musicales o de salir a cenar todos los fines de semana, ¡el dinero corre a raudales!

Los Garcia no quieren recordar los duros años de sus comienzos como matrimonio, cuando para comprarse cualquier electrodoméstico tenían que ahorrar durante mucho tiempo o financiarlo a unos tipos de interés carísimos. Así, los dos salarios de los Garcia, el de José y el de Lola, van a pagar la hipoteca del chalet (se come casi el 60% de los ingresos), las dichosas tarjetas (el 10% de los ingresos), los recibos de la luz, agua, teléfonos, canal+, etc (otro 10%) y, el 20% restante, a comida y vestimenta. Por tanto, ahorro cero.

En el año 2009, José y el niño pierde sus trabajos en la constructora. El subsidio que les queda no sirven ni para pagar las cuotas de las hipotecas, el chalete y el pisito del niño, porque durante años cotizaron lo mínimo, el resto iba en negro. Ahora, los mismos bancos que les regalaban el dinero a través de prestamos y tarjetas, les persiguen para embargar el chalet y el piso.

La lección: los bancos, los grandes inversores y los gobiernos organizaron la "gran borrachera", pero los ciudadanos nos apuntamos a la barra libres sin pensarlo dos veces.


-- Juan Pedro Franco

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